Expresiones del autorEl último tango de Salvador Allende: La utopía de un Presidente comunista que no deseaba serlo.

El último tango de Salvador Allende: La utopía de un Presidente comunista que no deseaba serlo.

Autor: William Castano-Bedoya

La novela «El último tango de Salvador Allende,» escrita por el chileno Roberto Ampuero y publicada por Plaza & Janes en 2012, ofrece una perspicaz representación de las ficciones y realidades que caracterizaron la transición política chilena en los años setenta, durante el período Allende-Pinochet. En ese tiempo, el comunismo buscó pero no logró ser, convirtiéndose en lo que se podría describir como «la crónica de un socialismo anunciado.» Según Cuba, este experimento socialista pereció debido a la falta de una radicalización armada.

Según la novela de Ampuero, el Presidente Allende optó, en lugar de desencadenar un derramamiento de sangre entre sus compatriotas chilenos, refugiarse en sus utopías democráticas. Estas utopías lo han inmortalizado en la historia como un presidente comunista que no deseaba serlo. Sin embargo, las utopías de Allende se vieron amenazadas por factores que él mismo contribuyó a forjar, como la persecución de la clase empresarial, que resultó en un debilitamiento del aparato productivo, y la desintegración del tejido social, que engendró aislamiento y escasez. A esto se sumaron factores externos, como la sutil intriga cubana. En contraposición, Estados Unidos, preocupado por la creciente ortiga en su patio trasero, observó a Rusia, que, según la novela, apenas prestó atención, reconociendo que subsidiar otro costoso proceso revolucionario no estaba en sus planes. En ese punto, había admitido que su apoyo a Cuba se había convertido en un degradante programa de «Welfare» político internacional.

La importancia de la novela de Ampuero radica en su capacidad para ayudarnos a contextualizar, décadas después, la realidad de la transición chilena. También contribuye a la «Memoria histórica» que la literatura sigue ofreciendo a la humanidad, ya que, en ausencia de muchas verdades que arrojen luz sobre misteriosos acontecimientos históricos, los testimonios acumulados crean su propia versión de los hechos. No obstante, las verdades puras de Chile se llevaron consigo los difuntos, las viudas las murmuraron frente al muro de sus lamentos, los huérfanos las cargan en su tristeza continua, y los exiliados de derecha e izquierda las ocultaron en sus refugios temporales.

Según la novela, otros individuos distantes tuvieron que huir con sus escasas pertenencias por el mundo en busca de refugio y comprensión. Personajes como Victoria, Héctor Aníbal, o el mismo Rufino, quien actúa como escriba de la historia, o igualmente surrealistas como los describe el escritor chileno Hernán Orrego en su novela «Las alas del cóndor.»

La verdad chilena la entendemos tal como nos la han presentado los periódicos, los noticieros, o como la han interpretado los escritores. Existe una necesidad apremiante de narrar la historia, incluso si es a través de la ficción. Esta necesidad de comprensión humanística surge porque miles de víctimas de procesos sociales traumáticos, como los vividos en Chile, Cuba, Colombia, Venezuela, Nicaragua o El Salvador, aún residen en nuestro interior y llevan consigo su sufrimiento y dolor inherentes. Es crucial que todos entendamos a estas víctimas como lo que son: seres victimizados por procesos revolucionarios traumáticos que solo unos pocos hombres patrocinaron en su despiadado camino hacia el poder absoluto.

Como conclusión, algunos pensamientos resaltan lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en nuestro continente:

  • El poder extremo solo puede sostenerse con la sangre de sus pueblos.
  • Un país que arma a su población rara vez regresa a la democracia por sí mismo.
  • La concentración del poder en manos de unos pocos da lugar a monarquías comunistas. 
  • La democracia se debilita cuando el hambre acecha.
  • El comunismo acecha a las democracias débiles que se encuentran al borde del abismo.

William es considerado como un escritor profundo y vivencial que representa la singularidad de lo humano. En Flores para María Sucel, deja al descubierto “los exilios del ser”, y en Los monólogos de Ludovico, el impacto de la frustración y la impotencia como factores que conforman el absurdo.

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